Un año más tarde
En este instante, preciosa. En paz. Hace una hora, bajaba del metro y, sudando, meditaba sobre la palabra "agobiada". Me cuesta no dejarme llevar últimamente. Esta noche les mentí a todos. Dije que tenía una formación y, por lo tanto, no tendría tiempo para estar allí. Ni para hacer voluntariado, ni para contestar mensajes, ni para ver a nadie. Lo que pasó es que me hice un regalo precioso. Llegué a casa, me duché, lloré, me acurruqué en mi esterilla de yoga y recé. Finalmente, encontré este momento. Momento sagrado donde nadie sabe dónde estoy. Donde simplemente puedo ser y escribir (mis dos verbos favoritos). Y no renuncio a nada, ¿sabes? Ni a la ansia de amar, ni a la fuerza para vencer, ni al secreto deseo de ser escuchada. Pero me dejo guiar. Por unas horas, dejo que la luz decida.
Nadie me había dicho que tendría que vender pan. O cruzar la ciudad a pie. O esperar tanto para ver mis sueños convertirse en arte. Pero también entendí algo: no importa si por ahora no puedo comprarme la cámara. Lo que mi alma anhela es formar parte del todo, ser absorbida. Verlo todo, sentirlo todo: en medio de una multitud como en un bosque. Mi alma llora de dolor cuando estoy encerrada. No es la ciudad lo que me ahoga, es el no tener la oportunidad de ver todos sus aspectos. Es no mirar a la gente, mezclarme con ellos, ver las sonrisas, los momentos. Me hubiera gustado que lo vieras el otro día... Había una pareja en la calle, dos jóvenes de apenas veinte años y ya con dos hijos. El hombre estaba en silla de ruedas y los dos pequeños también se habían sentado allí, uno en sus rodillas y el otro en el reposapiés, entre sus piernas, y todos parecían tan felices. Se reían mientras comían helados. Si hubiera tenido una cámara… Clic. Tendrías que haber visto su alegría, Lidy, mezclada con los rayos del sol. La escena me emocionó.
En fin, carezco de medios, pero mis circunstancias no pueden detenerme. No influyen ni en mi estado de ánimo ni en mi determinación por capturar la belleza del mundo. Hace mucho tiempo hice un pacto conmigo misma y con mi madre. La vie est belle — la vida es bella — y lo demostraré. —
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